miércoles, 28 de noviembre de 2012

"El Reencuentro" - One-Shot Original


Un encuentro casual de la infancia; años solitarios pensando sólo en que vuelva a suceder, en una sola persona…
¿Qué pasará si eso vuelve a ocurrir?....
¿Será para siempre?...



El reencuentro

Contemplaba aquella figura que mi madre me había obsequiado, aquél Shisa que casi pierdo hace algunos años en las profundidades del mar; sentado sobre una roca, rodeado de nieve, meditaba en el mismo sitio al que acudía cuando no deseaba sentirme sólo a pesar de estarlo.
Fue entonces cuando escuche un sonido proveniente de entre los árboles; aunque no estaba seguro de qué lo había producido, y sin poder asegurar que fuese buena idea, decidí ir a averiguar.
Me asomé sigilosamente logrando distinguir una figura que golpeaba violentamente el tronco de un árbol. No fue hasta que volteó y avanzó un poco hacia mí, exponiéndose a la luz, que su rostro se me hizo familiar.
¿Qué debía hacer? ¿Decirle algo? ¿Guiarlo o indicarle cómo llegar a algún sitio? Pero… ¿Cómo?... En ese momento no sabía cómo tratar con alguien… Además… ¿Realmente podía ser él?
Sin darme cuenta me encontraba frente al lugar en el que había comenzado, cubierto tras un árbol. Mi corazón latía con fuerza, ¿Era posible que aquel chico del abrigo negro fuese el mismo que me había salvado de morir ahogado?
De pronto su voz me hizo estremecer, no había notado el momento en que llegó a mi lado:
– No creí que hubiese nadie más aquí.
Lo observé por un momento antes de alejarme un poco, definitivamente era él; después de esperar tanto tiempo con la esperanza de volver a verlo no sabía si estaba listo. Era notorio que algo había cambiado, pero, ¿Cuánto?... A pesar de mis dudas le respondí.
– Este es mi lugar, aunque tú haces demasiado ruido para mi gusto, arruinas la tranquilidad.
Noté como me observaba extrañado, probablemente debido a que sólo llevaba una camisa arremangada sobre los hombros, mientras que él paresia no conforme siquiera con su chaqueta.
– Ja, yo no tengo la culpa de que aquí todo sea tan confuso, no importa a donde mire todo se ve igual. – Respondió con una procurada ironía.
– Como digas. ¿Debo suponer pues que la expresión en tu rostro de hace un momento se debía a eso? ¿O es que hay otro motivo?
– No se de qué rayos me hablas.
Estaba logrando que se molestara, no pude evitar esbozar una leve sonrisa al haber comprobado que en eso no había cambiado absolutamente nada.
– Mi nombre es Kamui, ¿Y tú quien eres?
– ¿Yo? – Me extrañe de aquella pregunta; definitivamente no me recordaba.
– ¿Es que hay alguien más aquí? – Se burlo.
– Shi… Shi – Comencé a decir, pero me arrepentí, no estoy seguro del por qué, pero no quería decirle mi nombre, tal vez por temor a que si se lo decía no lo volvería a ver, quizás por temor a que me recordara y se marchase o… La verdad es que no tenía un motivo, no uno que conociese, pero no quería hacerlo.
– ¿Shi-Shi? Interesante... Con que ese es tu nombre… Me pregunto…
– ¿Eh? – Me exalte interrumpiéndole antes de que pudiese pronunciar una palabra más – No, claro que no, ¡Es obvio que así no me llamo!
Divise entonces en su rostro una sonrisa no de triunfo, pero esa no se la dejaría pasar así nada más…
– Dices eso porque me envidias…
– ¿Qué rayos significa eso?
– A diferencia de ti, yo puedo estar en un lugar como este, no soy tan débil, no como para precisar esa clase de abrigo.
– ¿¡Débil!? – Logré que se exaltara también – No digas tonterías, no estoy tan loco querrás decir.
– Frío, calor, miedo, dolor, esas sensaciones están en la mente – Cité recordando las palabras que me dijo aquél día – Si puedes controlarlo, si simplemente crees que no lo sientes, entonces desaparecerán.
Se izo un breve silencio, me sentí victorioso, y de ese modo tomé la iniciativa para retarlo un poco más.
Me acerque lentamente – ¡Vamos! – Insistí tomando el cierre de su campera y desprendiendo.
– ¿Qué?... ¿Qué demonios? – Respondió, note como estaba a la defensiva.
– ¿Qué ocurre? ¿Tienes miedo? ¿O es que eres demasiado débil como para resistirlo? ¿No te animas? – Le desafié.
– ¡No es eso!, ¡No digas tonterías! – Se atajó.
– ¿Entonces? – Pregunté arrojando lejos, sobre la nieve, aquel abrigo negro y notando que debajo traía una gruesa camisa unida a un buzo azul obscuro.
– Nada.
– Mejor así. Veamos si puedes controlarlo. – Sonreí desprendiendo todos los botones y deslizando aquella vestimenta dejando su piel al descubierto.
Pude notar como su blanca piel contrastaba perfectamente con la mía, así como su cabellera negra y ojos casi de un perfecto tono de amarillos lo hacían con mis cabellos rubios, casi blancos, que se confundían en el mismo tono que la nieve y mis ojos morados. A pesar de haber crecido, seguía siendo más alto que yo, si lo pienso ahora, tal vez debido a ser un año mayor… Es posible que ninguno hubiese cambiado tanto.
Su voz me sacó de mis pensamientos – Esto no es justo – Dijo – Ahora tienes más abrigo que yo.
Al comienzo no lo entendí, no hasta que sentí como sus manos rozaban mi piel y él se desasía de mi camisa también. Ese contacto produjo que me erizara, un escalofrío recorrió mi cuerpo, y sabía no guardaba relación alguna con el paisaje que se extendía alrededor hasta allí donde la vista alcanzaba; que estuviese tan cerca, era eso lo que provocaba en mi aquella extraña sensación.
Aunque él no supiese quien era, a pesar de los años que habían pasado, en ese instante sentía como si ambos hubiéramos vivido juntos desde siempre, sentía en el ambiente la sensación que, a pesar de no haberla experimentado nunca, ni haberla vivido de cerca, tenía la certeza que dejaban dos personas que se conocían desde hace mucho, mucho tiempo.
– ¿Y?... ¿Sientes frío? – Me atreví a preguntar dificultosamente.
– No, ya no – Respondió él. Se acercaba a mí, con sus manos sobre mis hombros.
– Te, lo, dije – Nunca creí que fuese necesaria tanta concentración por sólo tres palabras.
Podía sentir un intenso calor recorrer mi cuerpo ahora, y a pesar de que hacía mucho que sabía controlar ese tipo de sensaciones, esta vez era diferente, no era que tuviese calor o frío en si, era algo distinto. Mi corazón latía con fuerza y mis mejillas comenzaron a ruborizarse. Tal vez a causa de la  baja temperatura, o quizás por el momento, por un instante creí ver las suyas rosas también, pero no duró mucho, pues sus labios se posaron en los míos en un dulce beso, y confundido, tratando de conservar ese momento, impulsivamente cerré mis ojos.
Desde entonces ha estado a mi lado, ya jamás volvió a alejarse, no se si hice bien en no decirle mi nombre en ese momento, no se si las acciones, las cosas que hice o dije, fueron las correctas, si mis elecciones fueron las mejores, tampoco se cuantos errores he cometido en el proceso, pero lo que sí se, es que no me arrepiento de nada, porque fue todo aquello, cada error y cada acierto, los que me llevaron al día de hoy, lo que me permitieron alcanzar todo aquello por lo que siempre luche, nuestros sueños.
Eve Nezumi


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Esta historia la creé el año pasado. Los personajes pertenecen originariamente a una novela que estoy escribiendo, aunque los saqué muy lejos de su contexto original para escribir este breve relato, y no tienen relación alguna con la imagen, (sólo creí que quedaría bien con la historia).
Los derechos sobre este relato me perteneces, así que si lo ven publicado en otra página agradecería me dieran aviso.
Desde ya muchas gracias. Espero que les guste.
                         Sin más sque decír, me despido,
                                                                                Eve Nezumi