![]() |
Los personajes de esta imagen pertenecen al juego "Ib" y ellos no poseen relación con la historia. |
Biografía de una amistad
En ese instante cambió todo para
quienes estábamos allí, y estoy seguro de que para quienes no también; pero
para que puedan comprender por qué una sonrisa fue tan importante deben saber la
totalidad de la historia, desde el día en que todo comenzó para mí…
Una niña se acababa de mudar a la
ciudad; todos estábamos ansiosos por conocerla. Mis amigos y yo éramos un grupo
muy unido, pero siempre estábamos abiertos a nuevos miembros.
Al conocerla pudimos notar que era muy
seria, no solía mirar a nadie y tampoco pronunciaba ni una sola palabra, pero
nos dijimos que eso no nos impediría
invitarla a jugar con nosotros…
Los días pasaban, pero cuando nos
reuníamos en la plaza ella sólo se sentaba bajo un árbol apartado, tan solo
observando, y sin importar nuestros intentos, resultaba vana toda intención de
integrarla a nuestra rutina de risas y juegos que manteníamos desde el inicio
de nuestra amistad.
Nosotros no nos daríamos por vencidos,
así que, luego de un largo debate en nuestra casa del árbol, todos llegamos a
la conclusión de que la llevaríamos a que conozca nuestro lugar secreto.
Como Shun, Kira y yo nos ofrecimos para
llevarla pasamos a buscarla la tarde del Domingo por su casa. Fue su madre la
que nos abrió la puerta y pareció mucho más entusiasmada que Annika, su hija,
en el hecho de que nos acompañara.
La guiamos hasta un lugar un tanto
apartado de la ciudad, subimos un poco por unas rocas y llegamos a algo así como una planicie. Desde
allí se podía contemplar un hermoso paisaje natural por donde se veía correr un
río, además, cerca, un poco más abajo, había un hermoso lago y una cueva donde
más de una vez acampábamos.
A Annika parecía agradarle, pero aún
así sólo se sentó bajo un árbol de flores color roza que siempre nos indicaba
el principio de la primavera cuando acudíamos para celebrarla a ese mismo sitio
de día de campo. Pero no son esa clase de rodeos melancólicos los que vienen al
caso, aunque cabe destacar que aún seguimos haciéndonos de algún tiempo para ir
a allí. El hecho es que a pesar de todo, no lográbamos que ella se nos uniera,
puesto que, a pesar de estar con nosotros, a su vez se encontraba separada por
una barrera invisible que, para nosotros, cada vez parecía más y más difícil de
derrumbar.
Entonces, ya sin saber que hacer, Kira
se acercó al borde y le dijo dándose vuelta:
–
Al menos acércate a aquí con nosotros.
Pero resbaló con una piedra, todo pasó
en un instante, Annika se paró y tapó su boca con las manos, yo, que estaba más
cerca de Kira logré sujetarla, pero no pude con ella así que estuve por caer
también, entonces Shun, que había tenido tiempo de correr hasta donde nos
encontrábamos, me sujetó y logró subirnos a ambos.
Los tres nos sentamos en el mismo
lugar que quedamos al lograr subir, aunque no tan cerca borde en que terminaba
el suelo como para volver a caer, y a nuestro lado se sentó Annika con una
mezcla de preocupación y alivio en su rostro.
– Que suerte de que no fuiste tú, Dan,
el que quedó arriba, sino de seguro nos hubiésemos caído. – Me dijo
inmediatamente Kira.
– Es verdad – Le respondió Shun riendo.
A ellos les encantaba molestarme.
Entonces me defendí, a modo de broma,
claro – Si eres tan bueno ¿Por qué no la sujetaste antes de que cayera?
Su respuesta simplemente fue – Tampoco
pidas milagros.
Y así todos, incluyendo a Annika,
comenzamos a reír.
En ese momento estoy seguro de que
todos sentimos una mezcla de emociones que demostraban que al fin habíamos
logrado hacer algo con aquel muro que, desde ese día dejó de existir para
siempre.
Cuando la acompañamos de regreso a su
casa ella se veía feliz, sonriente, y al entrar, su madre salió para
agradecernos, pues nos contó que desde hacía mucho no veía tan alegre a su
hija, puesto que, debido a que no podía comunicarse con palabras no lograba
hacer muchos amigos ya que el resto de los niños no la comprendían, y a su vez,
otros la discriminaban por esto. Estaba allí develado el secreto de su
silencio, y de forma más profunda también se encontraba la respuesta a su
actitud.
Pero desde ese día más que muy rara
vez no la veíamos sonreír y divertirse con nosotros.
Yo puedo recordad hasta el mas mínimo
detalle, como nuestra vestimenta de ese día, pero, a diferencia de lo que
muchos puedan pensar, no por haber estado en una situación de riesgo, sino que,
porque ese día cambió todo para nosotros.
Entonces aprendimos que las palabras
no son un idioma universal, sino que, entre risas y juegos podemos conocernos,
pues son cosas que unen a las personas sin importar que tan diferentes sean, y
así logramos entendernos tan solo con una sonrisa, un gesto o una simple
mirada, puesto que aprendimos el idioma universal de los pensamientos.
Aún ahora, tantos años después, todos
seguimos siendo amigos y nos mantenemos en contacto, reuniéndonos de vez en
cuando, pero, a pesar de que aprendimos a comunicarnos con Annika por señas, no
nos hace falta nada más que una mirada, una sonrisa o una lágrima, para saber
con exactitud que es lo que al otro le pasa.
Eve Nezumi